Un segundo plato muy fácil de hacer, con
poca elaboración.
En una época normal que el pollo no esté
demasiado caro, hasta resulta económico.
Como decía es fácil de hacer si nuestro
carnicero nos facilita la labor y nos da ya el pollo troceado al tamaño que
deseemos, limpio de grasas y solo para lavar y cocinar.
El secreto es que quede jugoso y no se
reseque.
El sabor del orégano le dará un punto
especial, diferente, por lo que es posible que no guste a todos los paladares.
Ingredientes:
- Pollo a trozos o entero.
- Zumo de uno o dos limones.
- Orégano.
- Sal
- Aceite de oliva.
- Pimienta negra molida.
- Ajo.
Preparación de la receta:
Ponemos el horno a calentar a 220 grados.
Ponemos el horno a calentar a 220 grados.
Lavamos el pollo bien sea entero o
troceado.
En un cuenco mezclamos el orégano, la sal,
la pimienta molida, el aceite de oliva, y
los ajos machacados, con el zumo del
limón. Remover todo bien.
Untamos los trozos de pollo con esta
mezcla del limón y los colocamos en una
bandeja de horno. Procuraremos que la parte del hueso quede hacia arriba.
Metemos en el horno unos veinte minutos. Pasado ese tiempo damos la vuelta al
pollo y lo rociamos con el jugo que va soltando.
Bajamos un poco la temperatura del horno y
lo dejamos hacer unos treinta minutos más. Debemos seguir rociándolo con el
jugo cada cierto tiempo para que no se reseque.
Cuando este en su punto servimos el pollo
rociado con su propio jugo.
Podemos acompañarlo de verduras o patatas.
Si lo deseamos, en la misma bandeja que asamos la carne,
podemos poner también trozos de patata para usarlas después de guarnición.
Si tenemos pisto que hayamos elaborado
anteriormente y congelado, podemos descongelarlo y servirlo con el pollo,
quedará delicioso.
Se
me hace la boca agua.
Espero os resulte útil. Si tenéis alguna
duda o comentario estaré encantada de leerlo.
Tiempo de elaboración: bajo.
Dificultad: baja.
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