Un entrante
delicioso, con poca elaboración y fácil de
hacer.
Inconveniente:
tenemos que intentar cocinarlo en una
época en que la almeja esté barata o
resultará un plato
caro, ya que solo es un entrante, un aperitivo, aunque
delicioso.
Ingredientes:
-
Almejas
lo más grande posible.
-
100 ml.
de salsa de tomate.
-
Sal.
-
Pimienta molida.
-
Un
chorreón de vino (puede ser del de cocinar,
pero cuanto mejor sea el
vino más sabroso será
el plato).
-
Aceite de
oliva.
-
Perejil
fresco.
-
1
cucharada de harina.
-
350 gr.
de cebolla.
-
100 ml.
de caldo de pescado.
-
Laurel.
Preparación de la
receta:
Antes de cocinar las almejas,
debemos lavarlas con
abundante agua con sal y azúcar para que suelten toda
la
tierra. Las escurrimos bien.
Si no las vamos a
preparar en el mismo día, podemos
una vez escurridas guardarlas en un
recipiente y
congelarlas.
Cuando las vayamos a
cocinar, solo sacar del congelador
y echar a la sartén o cazuela, sin hacer
nada más.
Pelamos la cebolla.
Picamos muy fina.
Ponemos al fuego una sartén con un buen
chorreón de
aceite y añadimos la cebolla troceada y el laurel.
La dejamos rehogar.
Cuando este transparente, sacamos
la cebolla y la trituramos para hacerla puré.
Sofreímos el tomate
con la cebolla triturada un par de
minutos y agregamos la harina. Removemos
bien.
Echamos el caldo de
pescado y dejamos que espese
ligeramente.
A continuación,
incorporamos las almejas y mezclamos
bien.
Tapamos un poco para
que abran las almejas.
A medida que vayan
abriendo, vamos regando con el
vino blanco y ponemos un poco de pimienta.
Dejamos al fuego unos
quince minutos moviendo la
cazuela para que no se peguen.
Rectificamos el punto
de sal y servimos espolvoreadas
con perejil picado.
Para chuparse los
dedos, nunca mejor dicho. Las
almejas estarán riquísimas, pero mojar pan en esa
salsa
es un placer delicioso.
Tiempo de
elaboración: bajo.
Dificultad: baja.
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